2/12/15

Desorientado




Me llevaba de la mano hasta que la soltó. Caminó unos cuántos metros de más. Se palpó con súbita preocupación los bolsillos del pantalón y el pecho, insistiendo sobre todo en del corazón, y se echó al suelo murmurando para sí cómo había podido ser… “si lo llevaba aquí mismo; qué raro, juraría haberlo cogido esta mañana…”.

Continuó su búsqueda, a cuatro patas, en un recorrido desordenado, jugándose las manos, abriéndose camino entre los pasos de la gente, ciego y sordo de ensimismamiento; y sin dejar de preguntarse cómo había podido ocurrir, se fue alejando.

Me agaché para tratar de seguirle, pero ya le había perdido el rastro. Me senté a esperar que volviera. No me volvió a encontrar.






30/11/15

Con vistas a nada


Decidió apartar todo aquello que le incomodase, ya se tratara de cosa, animal o persona.
Proyectó tirar barreras, derribar miedos, matar emociones... para procurarse una vida completamente diáfana.







25/2/15

Indigestión




Y entonces llegó el silencio, dejando caer la nada plomiza sobre cualquier mínima capacidad de existencia, con su peso muerto como una mutilada mano opresora. Se acabó. Había soñado antes estas mismas ganas de vomitar bloqueándole la boca del estómago. Un volcán agitado que no terminaba de entrar en erupción, náuseas hirvientes y constantes vagabundeando sin tomar lugar ni descanso. Se sentó a esperar. Nada ocurría. Absolutamente nada. Su estómago ardía y centrifugaba nerviosamente tanta desgana engullida, tanta hipocresía, tanta guerra encubierta... Jamás supuso que salvar al mundo implicara tamaña enfermedad estomacal.